CROACIA.


Numerosas civilizaciones son las que han dejado su huella en las tierras de Croacia, ya sean celtas, griegos, romanos e incluso ilirios. De hecho, la aparición de los croatas, propiamente dichos, no se produjo hasta el siglo VII cuando éstos llegaron (quizá desde Persia) para asentarse en las tierras de Dalmacia. Un siglo más tarde, queda establecido el Ducado de Croacia, aunque duraría apenas unos años, hasta la llegada de los bizantinos en el año 812 y su posterior conquista de las ciudades que daban al mar.

Con la instauración de la monarquía en la recién creada Croacia, nos encontramos con la figura de Petar Krešimir IV, quien se convertiría en uno de sus más relevantes monarcas debido a sus éxitos en las campañas de expansión del territorio. Tras su fallecimiento (que se produjo antes de poder dejar herederos), el país pasó a ser gobernado por las fuerzas políticas húngaras, el Parlamento y un gobernador elegido por el rey de Hungría.

Llegado el siglo XIII, las costas de Croacia son invadidas por fuerzas de la República de Venecia, quienes se apoderan además de las islas croatas, permaneciendo bajo su dominio hasta la llegada de Luis I de Anjou allá por el siglo XIV. Un siglo más tarde, los  venecianos volvieron a la carga, apropiándose esta vez de todo el suelo croata excepto la ciudad de Dubrovnik. La creciente proximidad de los otomanos también hacía peligrar por la integridad de Croacia.

La llegada de los serbios, así como algunos intentos de invasión por parte de los turcos marcarían el discurrir del siglo XVI, así como las intentonas fallidas de los Habsburgo de imponer su régimen dinástico. La llegada de Napoleón en el siglo XIX trajo consigo la primera unificación de los croatas, que fueron bautizadas como las Provincias Ilirias, aunque esta condición no duraría sino cuatro años se convirtió en el precedente de su posterior unión. El resto del siglo XIX estuvo marcado por diferentes intentos de reivindicación por parte de los croatas, de imposición absolutista por parte de los Habsburgo y la división de Istria y Dalmacia por parte del emperador Francisco José.

Los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX trajeron importantes cambios en la política de Croacia, con la llegada de los primeros partidos políticos, quienes reivindicaban tanto la independencia como la unificación del territorio, además de un acercamiento entre serbios y croatas. Pero esta unificación, que llegó de forma precipitada durante la I Guerra Mundial, derivó en un conglomerado de religiones y culturas que propició una acusada falta de identidad nacional.

La independencia de Croacia tuvo que ser declarada de manera unilateral en los primeros años de la década de los 90, lo cual llevó a un conflicto armado (a pesar de contar con el beneplácito de las Naciones Unidas) contra Serbia, apoyados por los bosnios y eslovenos. En el año 1995, Croacia se declara definitivamente como una nación independiente.